En casi dos años de pandemia, solo un tema ha conseguido restar protagonismo al Covid-19, el precio de la luz. Día tras día asistimos asombrados a nuevos récords históricos y no parece que esta tendencia se vaya a frenar a corto plazo. Si bien es cierto que poco podemos hacer para cambiar esta situación, sí que podemos conseguir reducir al máximo el consumo energético en nuestros hogares.
Cómo ahorrar energía y reducir tu factura eléctrica
Hoy te proponemos 10 consejos que te ayudarán a ahorrar energía y, por tanto, a reducir tu factura eléctrica, al tiempo que cuidas el medioambiente.
- Hogares bien aislados. Puertas, ventanas, conductos de ventilación o extractores mal aislados pueden ser los peores enemigos del ahorro energético. Identificar las posibles fugas que se puedan producir por estos u otros lugares de nuestras casas es uno de los pasos fundamentales para conseguir reducir la factura de la luz. En muchos casos tú mismo podrás arreglar estas fugas con burletes, bandas de silicona u otros materiales que se colocan en los bordes de puertas y ventanas, sellándolas herméticamente. Si las fugas son más graves, deberás llamar a un profesional para que elimine cualquier filtración de aire frío.
- Si no lo usas desenchúfalo. Desenchufar los aparatos eléctricos que no estamos utilizando en ese momento no es una costumbre demasiado arraigada, al menos, en nuestro país. Pero acabar con este tan común error puede contribuir de manera muy significativa a la reducción de tus consumos. No olvides que tu televisor, ordenador, equipo de música o cafetera sigue consumiendo electricidad aun cuando está en stand by. Desenchufarlos cada vez que los utilizas podría ser un engorro, pero, al menos, debes hacerlo por las noches o cuando te vayas de casa para un fin de semana o unas vacaciones.
- Luces, cuando las necesitas. Otra de las costumbres más generalizadas y menos amigas del ahorro energético es la de tener las luces de media casa encendida, cuando ni siquiera estamos en esa estancia. Recuerda que la luz supone el 20% del gasto energético en los hogares. Por tanto, acostumbrarnos a apagar la luz cuando salimos de una habitación y mantener encendidas solo las estrictamente necesarias puede suponer un nada despreciable ahorro.
- Adiós a las bombillas halógenas. Este es uno de los más fáciles cambios que puedes realizar y aunque pudieras pensar que supone un gran desembolso de dinero, lo cierto es que a corto, medio y largo plazo es un gran ahorro. Las lámparas halógenas emplean hasta 10 veces más electricidad que las bombillas led o de bajo consumo. Además, la vida útil de estas últimas es muy superior a las tradicionales (hasta 10.000 horas más). Así que, no lo dudes, la inversión merecerá la pena.
- Puertas cerradas. Aislar cada habitación puede ser el mejor amortiguador de las pérdidas de calor y en definitiva, del considerable aumento de consumos que suele producirse en invierno. Al cerrar cada estancia de nuestra casa creamos cámaras de aire que mantienen la temperatura de manera mucho más fácil y eficiente. De hecho, lo ideal sería que contáramos con sistemas de calefacción que nos permitieran calentar únicamente las habitaciones que vamos a utilizar y en el momento que las vamos a utilizar. De este modo podríamos reducir nuestra factura de la luz a la mitad.
- Electrodomésticos eficientes. Al igual que hemos comentado con las bombillas, quedarse obsoleto en tecnología puede acabar pasándonos factura. Los electrodomésticos antiguos son poco eficientes y su gasto energético es mucho más elevado del de sus versiones más modernas. Por ejemplo, si cambias tu viejo frigorífico por uno clase A+++ podrías ahorrar más de 70 euros al año en la electricidad que consume solo este electrodoméstico.
- Convierte tus electrodomésticos en aliados. Tanto si sigues nuestro consejo anterior como si todavía no te decides a adquirir electrodomésticos con etiqueta energética, hay algunos “trucos” que pueden suponer una considerable rebaja en tu factura. Por ejemplo, en lo que a la lavadora se refiere, lavar la ropa cuando el tambor esté lleno y hacerlo a temperatura baja reducirá significativamente el consumo de este electrodoméstico. En cuanto al lavavajillas, recuerda que es mucho mejor opción que el lavado a mano. De hecho, puede suponer un ahorro de entorno a un 40 % en energía y unos 30 litros de agua. Por último, utilizar el calor residual de tu horno o vitrocerámica también puede contribuir a reducir tu factura energética. Puedes apagar estos electrodomésticos antes de que finalice el cocinado y dejar que los alimentos terminen de hacerse con el calor que se mantiene una vez apagados.
- Duchas breves. Quedarnos extasiados en la ducha es algo habitual, pero es un placer directamente proporcional al incremento que supone en tu factura de la luz. 7 minutos de ducha deberían ser más que suficientes para tu correcto aseo, pero en muchos casos podemos permanecer bajo el calentito chorro de agua hasta 20 minutos. Para reducir este tiempo puedes cronometrar lo que tardas en ducharte y cerrar el grifo cuando te estás enjabonando. Y si es posible, intenta ducharte en los tramos de consumo eléctrico más baratos.
- Controla la temperatura del calentador. Los fabricantes suelen establecer una temperatura media de 60 grados, pero esta no solo es perjudicial para las tuberías de tu casa, sino que también es excesiva para el uso humano. Perfectamente, puedes reducirla a 40 grados. No notarás la diferencia al ducharte, pero sí en el desembolso a realizar cuando te llegue la factura eléctrica.
- Contrata la tarifa idónea para tu familia. No todas las tarifas son adecuadas para todos los hogares. Ni todos gastamos lo mismo, ni todos lo hacemos a las mismas horas. Si en tu caso la mayor parte del consumo eléctrico se realiza durante las horas diurnas, seguramente la tarifa ideal para ti será la fija. Por el contrario, si tus puntas de consumo energético se producen en horas punta, cuando llegas de trabajar, sería mucho más conveniente que optaras por la tarifa variable.